Algunas lecciones para un matrimonio de éxito
De la Palabra de Dios: “Sobre todo, vístanse de amor, lo cual nos une a todos en perfecta armonía”. (Colosenses 3:14, NTV)
Ayer mi esposo y yo celebramos 19 años de casados. ¡El tiempo vuela!
Aquella mañana yo me desperté al día con que toda niña sueña desde pequeña: el día de su boda. Sobre la cama el vestido que con mucho cuidado mi mamá planchó. Fue ella misma quien me arregló el cabello y me ayudó con el maquillaje. Yo estaba feliz, agradecida a Dios, y claro, nerviosa, como todas las novias.
Hoy, 19 años después, puedo decirte con toda certeza en mi corazón que el matrimonio es la mejor de las relaciones humanas. He aprendido muchas cosas y quiero enumerar algunas con la intención de que sirvan de aliento a tu vida si estás comenzando en tu matrimonio, para que te ayuden a seguir adelante si ya llevas tiempo en esta jornada y para poner las cosas en perspectiva si todavía esta relación no forma parte de tu vida.
· No existen matrimonios perfectos.
· Mi esposo debe ser mi mejor amigo.
· Aprender a pedir perdón y a perdonar me ha hecho muy feliz.
· Mi esposo no es adivino, si quiero que sepa algo, tengo que decírselo
· Somos dos personas diferentes que tienen que hacer concesiones en sus gustos, tradiciones y preferencias.
· Mi esposo no es mi enemigo aunque sea diferente a mí o piense diferente.
· Mis hijos son un préstamo que Dios me hace por unos años y luego vivirán sus propias vidas, aunque yo siga a su lado. Mi esposo es mi compañero para siempre, y como tal debo cuidar de esa relación.
·El amor es una decisión y no un sentimiento. Si baso mi matrimonio en mis sentimientos, viviré en una montaña rusa.
· No puedo ponerme en situaciones que puedan comprometer mi relación matrimonial. Si creo que puedo ser vulnerable, es mejor decir “aquí corrió que aquí murió”.
· Cuando estoy enojada, es mejor no hablar para no decir algo de lo cual luego me tenga que arrepentir. Los “ánimos caldeados” son muy malos consejeros.
· Ser honesta no me da el derecho a decir todo tal y como lo pienso. Toda verdad debe ir envuelta en amor.
· Por mucho que ame a mí esposo y que él me ame a mí, no puedo poner sobre sus hombros la carga de hacerme feliz. Él contribuirá de muchas maneras pero el resultado final está en mi decisión de entender que la fuente de mi felicidad es mi relación con Dios.
· Trato de que no pase un día sin decirle cuánto le amo, admiro y lo que él representa en mi vida.
· Un matrimonio exitoso tiene que despojarse del egoísmo humano que siempre trata de poner sus necesidades por encima de las de los demás.
· Todos no entendemos el amor de la misma manera, tengo que esforzarme para hablar a mi esposo en un idioma de amor que él entienda.
· Mi esposo es un hijo de Dios, como tal debo respetarlo y amarlo, y nunca desacreditarlo delante de los demás.
·Cada matrimonio es diferente y no debo comparar el mío con ninguno.
Haber entendido estas cosas no quiere decir que las haya logrado todas, pero como dijera el apóstol Pablo, prosigo a la meta. ¡Y espero que tú también!
Vive como Dios lo diseñó,
Wendy
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Originally published Wednesday, 02 April 2014.